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Magos... Estábamos en la sala de recreaciones y todos han notado que algo me pasaba; por otra parte Fr. Alejo estaba botando de contento y en esto el P. Miguélez me pregunta: ¿Y de Vd. qué hay? ¿Va a Filipinas? Entonces yo mismo les he dicho lo que me pasaba, pidiendo su consejo; leída la carta, los dos Padres Dominicos y Fr. Alejo me dicen unánimemente que la carta y el deseo del Provincial son muy claros. - Es decir, ¿que Vds. creen que me llama al apo...? - Sí, hombre, sí, clarísimo... Y yo ya no he dudado más. Fr. Alejo me ha dado ¡tantos abrazos y tan fuertes... ! ¡Bendito sea el Señor que todavía se digna llamarme a trabajar en misiones depen– dientes de Propaganda Fide! ¡Padre Superior, ruegue pa– ra que sea fiel a la vocación misionera hasta la muerte! Que el Espíritu santo nos inflame en su Caridad y la Di– vina Pastora dirija nuestros pasos de misioneros". Se abren, pues, las puertas de la selva; pero la carta dirigida a su Superior Regular desde Hong Kong el 11 de marzo no termina ahí. China, misterio Alejandro se va de China, pero no se va... Se fue; los dos misioneros Alejandro y Alejo llegaban a la Curia provincial de Pamplona el 31 de marzo. Se tenía que ir, pero algo le decía en el corazón que no. Y continuaba hablando a su Superior como brasa encendida: "¿Y China? La llevaré en el corazón pero hoy por hoy... ¿Mañana?, ¡Dios dirá! ¡Entre tanto a trabajar en el Napo! Padre Superior véngase al Napo con Fr. Do– siteo, etc., etc. Bueno, no sé si disparataré, de todos mo– dos lo dicho, dicho está... n La selva y China, ¿de quién será Alejandro? 60
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