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Fr. Alejo en el calentador de Extramuros, al revelamos mutuamente el secreto de nuestro destino! ¿Y... hoy... ? Pero nadie crea que nos apena el haber venido; no, no; es pena de parecerme no poder seguir ocupando el puesto que me señaló la obediencia en aquel venturoso e inolvidable 17 julio 1946ª. Esto es lo que cuenta a todos Alejandro en La Ultra– montañesa. allí tras de las montañas de Tsingning. Hizo la solicitud, pero la respuesta no llegaba. Mejor. Entretanto se acumularon nuevas dificultades. En el mes de noviembre ha comenzado a funcionar la ·Asocia– ción para la obra de la salud pública·, una asociación que lanza el gobierno comunista, a la que dan su nom– bre prácticamente todos los médicos. Es una asociación sanitaria que, en principio quedaria, tendria que quedar, al margen de la ideología comunista, pero... A Alejandro se le ha creado un verdadero problema moral y consul– ta con detalle exponiendo los "pro• y ·contra•. Un docto franciscano le da su consejo: moralmente puede. Alejan– dro sigue dudoso y preocupado y de momento opta por no dar su nombre, hasta que no tenga mayor claridad o las circunstancias digan otra cosa. Al final del año 1952 las cosas iban, se diría, que bien. Parece que se despeja un tanto el horizonte, por– que los comunistas aflojan las restricciones y la severi– dad en cuanto a las salidas. El desgarro: queda despedido Fue el d ía de Reyes de 1953. Dejemos que Alejandro nos lo cuente como se lo contó al Superior Regular, ya expatriado, en una carta que apareció en La Ultramon– tañesa. "Con el corazón desgarrado le notifico que también a mí me ha llegado mi tiempo, que me marcho dentro de unos días. El día de Reyes, a la noche, fui llamado por la Poli– cía de la ciudad. La acogída no pudo ser más amable y toda la entrevista se llevó a cabo con mucha cortesía y 55

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