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Van pasando, dolorosos, los meses padeciendo en el corazón lo que padece la Iglesia china. Y de nuevo se replantea el asunto: •¿no será mejor para la Iglesia pedir la repatriación?" El Superior Regular la ha pedido en mayo de 1952 •por temor de que mis antiguos feligreses de Hwating, cristianos muy fervorosos y sencillos, se vie– ran obligados a violentar su conciencia, ensañándose conmigo". Pide la repatriación En Tsingning Alejandro escribe para los m1s10neros unas hojas mecanografiadas, La Ultramontañesa (Noticia– rio oficioso de la Diócesis de Pingliang durante la Refor– ma Religiosa), contin uando la labor que los años ante– riores habían hecho otros misioneros con las Hojas sueltas, y al desaparecer estas, con las Hojas atadas. Esta comunicación era de gran aliento para los misioneros. Por La Ultramontañesa sabemos cómo pidió la repa– triación, él que en modo alguno quería volver de China. En julio de 1952 le Hega la noticia de que, en medio de extraños incidentes, la ha pedido el P. Vidal. · creí que era el principio de mi fin, dudé mucho de lo que debía hacer; reflexioné muchísimo sobre la vo– luntad ordinaria de la Iglesia de permanecer en sus puestos y la 'gogoa' (=intención) particular del Superior Regular de que volvamos. ¡Qué dudas y oscuridades! ¿No será lo mejor quedar– me hasta que me despachen? Pero dado el deseo del Superior, ¿in casu no será presunción mía el quedarme? Si así fuera, ¿quién me asegura la perseverancia y la fi– delidad en las pruebas venideras?" Y así varios días. Hasta que el dia 17, santo de Fr. Alejo y sexto aniversario de recibir la obediencia para Kansu, me sosegué y opté por pedir la repatriación. ¡Contrastes de la vida! ¡Hace seis años yo mismo le llevé a Fr. Alejo la carta obediencia desde el convento de S. Antonio, donde acababa de enteranne de mi destino! ¡Qué alegria y qué abrazo tan efusivo aquel que me dio 54
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