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Simplemente estamos relatando... con respeto y ad– miración. Fray Francisco de Zabalza, que escribió El cal– vario de un misionero, porque él tuvo un verdadero cal– vario con 18 meses de prisión, hizo este balance del dispensario de Pingliang 1931-1951: curas de enfermos 618.283; visitas a domicilio 20.296; bautismos de adultos "in articulo mortis* 546; bautismos de niños ·in articulo mortis" 1.942. Con respecto a la relación y trato con los protestan– tes, no eran los tiempos del ecumenismo. "Al P. Prefecto no le gusta que tratemos mucho con los protestantes, para que la gente no crea que profesamos la misma reli– gión* (19-X-47). ¿El martirio? Todavía no ha llegado la hora El ápice de la espiritualidad misionera es el martirio. Estando en China no era una hipótesis absurda. Un compañero de expedición, Bautista de Arrona, al poco tiempo de llegar, describía esta escena con mano ingenua y fervorosa: "Ayer mismo, al tomar mi desayuno veía a fray Dosíteo que a la luz de la vela buscaba en un gran mapa mural de China el lugar del martirio de cuatro misioneros y cuarenta misioneras que han perdi– do sus vidas a manos de los comunistas, según un co– municado de la prensa local. Entretanto el P. (Pedro) Bautista, con otros varios, consultaba una estadística ge– neral de las misiones de China. Al averiguar que las mi– sioneras inmoladas eran Franciscanas Misioneras de Maria, dijo con toda naturalidad el médico fray Francis– co de Zabalza: 'Esos franciscanos van a poblar el cielo de santos'. Yo me retiré a mi celda saboreando la esce– na, y sigo pensando que algún día quizás también nos llegará el turno para derramar la sangre por Cristo• (pu– blicado en Bol. Of. noviembre 1947). En la correspondencia del P. Alejandro encontramos un párrafo, posterior a esta alusión, que después del fi– nal de Aguarico resulta muy significativo. Es del 49, 46
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