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Alejandro responde; en sus palabras, sin quererlo, da su propio retrato. "¿Hay que sufrir mucho? Yo poco puedo hablarte de sufrir, pero algo he podido observar. En el viaje tendrás que sufrir mucho más que varios años en la Misión, suponiendo que las circunstancias sean normales. Los sufrimientos materiales no son nada en comparación de los morales. Pero para apreciar esto tienes que tener en cuenta lo que me decía un veterano: 'parece que en la misión se aumenta grandemente la sensibilidad'. El aislamiento en que se vive, el mundo tan distinto que le rodea y las contadas expansiones hu– manas que por esta razón tiene, pocos cristianos que tiene, etc. etc. hacen que el misionero sufra mucho más, cuando le toca ver la aparente esterilidad de sus traba– jos, la poca fidelidad de los fámulos o criados y, sobre todo, cuando le toca ver las defecciones de sus contados católicos. Créeme que las dificultades materiales no son nada en comparación de la pena que esto les causa·. Así escribe en febrero del año 48. Le habla de un caso de defección que le ha traspasado el alma. En resumen: "Acostúmbrate a vivir de ese espíritu de fe que luego te hará tanta falta. ¡Ver siempre a Dios y, sobre todo, en las almas! Que al no poderle encontrar en tantas almas, cualquier sacrificio en favor de ellas se te haga tan na– tural como arrodillarte ante el Sagrario!" (7-Il-48). ¿Misionero franciscano... ? Hasta el tuétano. Misionero curando enfermos El P. Alejandro estuvo en China cinco años y medio, y en este tiempo su principal actividad misionera fue... la medicina. Llegó en agosto de 1947 y hubo de salir en febrero de 1953. En la hoja personal, que en nuestra provincia religiosa se ha pedido de tiempo en tiempo a cada hermano para efectos de archivo, Alejandro divide su estancia en China, simplificando, en dos periodos con estas indicaciones: Pingliang (22 agosto 1947), Tsingning (18 enero 1950). Pero ya hemos visto que estuvo largos 42
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