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II China inolvidable El día de San Alejo El curso académico termino en junio de 1946. Los nueve compañeros de promoción con el cuarto de Teo– logía concluían la carrera sacerdotal y al principio de julio recibieron los nuevos destinos a otros conventos. Dos de ellos quedaban en Pamplona Extramuros, pasan– do del régimen del Colegio de Teología a la Comunidad del mismo convento, todavía sin obediencia. El día 17 de julio Alejandro bajaba de Pamplona-ciu– dad radiante de alegria con el secreto de su vida. Venía de la Curia provincial, que estaba en el convento de San Antonio, y traía para Fray Alejo de Vidania lo que él mi.smo había recibido: la carta-obediencia para China. Se la dio en el calentador del convento, en la sala de re– creación y lectura de periódicos. Los dos hermanos, que juntos habían compartido unos meses de noviciado, allí mismo se dieron un abrazo de felicidad, que les uniría para China, y, sin saberlo, también para América. Aquel día era precisamente la fiesta de San Alejo. Y justamente el día de San Alejo dentro de seis años..., pero esto per– tenece a la historia que se narrará más tarde. ¡Ya voy, ya voy, a la Misión querida! Los dos neosacerdotes que habían quedado en el mismo convento eran Manuel de Beizama, decano del 35
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