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cio último. Pensamos que a tanta entrega tenía reser– vada la Providencia un premio especial. Creemos que, sin adelantarnos a la decisión de Vuestra Santidad, el cumplimiento de su misión pastoral , les llevó a arriesgar la vida por el evangelio y a ofrendarla, víctima de cruenta violencia y con el derramamiento de su san– gre. Por estas razones, Santo Padre, la Conferencia Epis– copal Ecuatoriana apoya complacida el proceso que la Iglesia local de Aguaríco ha comenzado en orden a presentarles ante la Iglesia Universal como mártires en la realización de su labor misionera y testigos de vivencía inculturada del Evangelio» . A esta carta, fechada en Santo Domingo de los Co– lorados el 23 de febrero de 1994, siguen las firmas de todos y cada uno de los 34 miembros de la Conferen– cia Episcopal en ese momento, comenzando con el Cardenal Pablo Muñoz Vega (arzobispo emérito de Quito y Presidente de Honor de la Conferencia Epis– copal) y continuando por Mons. José Mario Ruiz, obispo de Portoviejo y Presidente de la Conferencia Episco– pal, y todos Jos demás . Abierta la causa de canonización El 21 de julio de 1996, noveno aniversario de la muerte de los misioneros Mons. Jesús Esteban Sádaba, previo el «nihil obstat» de la Santa Sede, en la igle– sia catedral de Coca y en el entorno de la celebración de la Eucaristía, abrió el proceso canónico para la canonización de Mons. Alejandro Labaka, Obispo, y de la Hna. Inés Arango, religiosa Terciaria Capuchi– na. Quedó constituido e l tribunal eclesiástico, que se 292

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