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No obstante, el relato de Omatuki tiene grandes visos de credibilidad. «Todos los datos a nuestro al– cance -continúa Miguel Angel Cabodevilla- muestran la relación en_tre las dos víctimas: Tagae - Alejandro; Inés sufrió la suerte de Jos acompañantes. Omatuki era una niña, pero puede recordar con toda lucidez ese momento: era fuerte, tuvieron que clavarle mu– chas lanzas» . Los obispos de Ecuador por la declaración del martirio de Alejandro e Inés ante la Iglesia universal. Alejandro e Inés se han aposentado en el corazón de la Iglesia de Ecuador. En 1992, con motivo del V Centenario de la Evangelización de América Latina, al celebrar el Domund, se tomó como emblema el re– cuerdo de los dos misioneros, Alejandro e Inés. El eslogan era éste: «El Evangelio exige todos los ries– gos» (Mons. Labaka). Y por parte de las obras Misio– nales Pontificias de Ecuador se distribuyó la siguien– te oración: «Señor Jesús : al leer en el Evangelio tu mandato misionero: 'Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia a toda la creación', nos cuestiona nuestra responsabilidad para con los pueblos que no te cono– cen. Inspíranos para que respondamos con la misma generosidad con que Mons. Alejandro Labaka y la Hna. Inés Arango lo hicieran, cuando atendieron a la invitación de anunciarte en todo el mundo, aceptando con valentía todos los riesgos que implica el asumir tu llamado. Amén» . La cosa fue adelante. En febrero de 1994 el pleno de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, dirigía al Papa esta carta que transcribimos literalmente. 290

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