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¡ahora Jo vamos a hacer nosotros! No somos amigos, somos otra gente, no queremos a nadie más aquí. ¡Mataremos a l que venga! Ultimo in forme: La muer te contad a por la mu chacha Omatuki Posterior a la versión de Kempere es el testimonio de una muchacha, Ornatuki, de Ja familia tagairi. Los huaorani del Tingüino, queriendo entablar re– laciones de amistad con sus hermanos Tagairi, em– prendieron viajes para contactar con ellos. En una oca– sión llegaron, sorprendieron a Jos Tagairi en su pro– pia casa, a orillas del Cuchiyacu, haciéndolos huir. Los del Tigüino se llevaron como botín una grabado– ra y un cassette que encontraron y que habían sido de Alejandro. En otra ocasión, en noviembre de 1993, raptaron a una muchacha Tagairi, Omatuki, 1levándo– la consigo y reteniéndola 1 O días con todo respeto, como si se tratata de un huésped de honor. Recuerda estos lances el misionero Roque Grández en un folle– to sobre 'Alejandro e Inés, 'mártires' de la Iglesia de Aguarico (1994). Y Miguel Angel Cabodevilla, en su libro sobre los Huaorani , transcribe de este modo el relato de Omatuki. En el grupo había dos hombres más bravos, ellos siempre querían atacar a las companías, siempre ata– car, querían acabar con todos. En cambio las mujeres eran de otra opinión. Dejérnosles en paz, decían ; vi– vamos tranquilos y si viene la gente de afuera podre– mos encontrarnos con ellos. Vamos a conocerles cómo son. 288
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