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mo misionero investigador ha dedicado a Coca: La región. y sus historias (Cicame - Coca 1996). Juan Santos, conocido en estas páginas, ha querido revivir la memoria de los mártires, y añadir a ellos el recuerdo de otro testigo inolvidable de Aguarico, Camilo Mújika, que en aquel lejano 1954 llegó a Coca, cuan– do allí no había más que unas chozas; casi un funda– dor. Tres misioneros grandes que juntos hacen una sola voz. La obra de Juan Santos lleva este título: Tres nombres y una voz (Cicame - 1996). No se trata de escribir para bandear glorias, sino de caminar con el pueblo en defensa de su propia dignidad. Y por lo que respecta a la mínima minoría Huaorani, de hablar por los que no pueden hablar, de ser de algún modo, como quiso Alejandro, la voz de los sin voz. Estos escritos han ido sacando a la luz datos sobre los acontecimientos relatados. ¿Se había de contar al– gún día -nos preguntábamos- la muerte de los dos misioneros que el 21 de julio de 1987 fueron llevados cerca de una chacra buoarani y un día después fueron recogidos allí alanceados? ¿Qué había pasado en aquellas 24 horas? No lo sabríamos a no ser que los mismos tagaeri lo contaran. Cómo les mataron. Lo que contó Kempere Kempere es un huao, viejo jefe del grupo del río Cononaco. El investigador alemán Erwin Patzelt, co– nocedor de la fauna y flora ecuatorianas, que desde 1970 se interesó por los grupos indígenas orientales, ha penetrado en los grupos buaorani del Cononaco, por quienes familiarmente es llamado Yata. En agos– to de 1989 con un amigo y un cameraman alemán visitó a la familia de Kempere; filmó escenas para un 285
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