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Dos días después, en la Iglesia Madre de la diócesis guipuzcoana, en la catedral del Buen Pastor de San Se– bastián el obis diocesano Mons. José María Setién, te– niendo a su la a] obispo antecesor, Mons. Jacinto Ar– gaya, y rodeado de 69 sacerdotes más, presidía una solemnísima celebración. Mons. Setién, antiguo profesor de Salamanca, es un hombre mesurado que mide las palabras. Su homilía escrita la comenzó con estas pala– bras: En este mismo año en el que, Dios mediante, Su Santidad el Papa Juan Pablo II canonizará a dos Re– ligiosos dominicos, mártires del Japón, los Beatos Ibáñez de Erquicia, natural de Régil, y Miguel de Ao– zaraza, natural de Oñate, otro misionero capuchino, Vicario Apostólico Obispo, de la Misión de Aguarico en la Amazonia Ecuatoriana, muere también mártir de su fe. Tambén él era hijo de nuestra tierra guipuz– coana, nacido en Beizama hace 67 años. No nos corresponde a nosotros anticipar los jui– cios de la Iglesia, pero cuantos hemos visto la trayec– toria del Padre Capuchino primero y Obispo después, primero en China y luego en Ecuador, no podemos dudar que fue el anuncio del Evangelio el móvil de toda su actuación y que por este Evangelio entregó la vida que violentamente le ha sido arrancada, precisa– mente por los mismos a los que ofrecía la amistad del Evangelio y el Evangelio que a todos nos manda amar. En su homilía evocaba igualmente a la Hna. Inés, "la Religiosa Terciaria Capuchina que lo acompañaba en sus trabajos apostólicos, a la que queremos también re– cordar en esta Eucaristiaw. En este recorrido eclesial nos trasladamos ahora a Montiel, aJ santuario de la Virgen de Montiel, en Bena– guacil (Valencia), cuna de la Congregación. En la prime– ra quincena de agosto un grupo de Terciarias Capuchi– nas hacía los Ejercicios Espirituales, dirigidos por el redactor de estas páginas. Por allí pasó, para una tarde 269
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