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tan cruel después de haber puesto tanto interés, de haber tenido tanto que hacer y de haber sufrido tan– tos peligros por el bien de ellos. Uno podría pensar que ha sido una muerte sin sentido; pero los que he– mos conoc a Alejandro y sabemos cómo es el am– biente que -úste entre los indios de allí y las com– pañías petroleras, consideramos cosa muy hermosa esa muerte. Es parecida a la muerte de Cristo. Para m~ Alejandro es verdadera y totalmente un mártir. Y así lo considerarán. En la Iglesia Sudamericana ten– drán un santo, un protector en el cielo. En aquella Eucaristía surgió un bertsolari. Los vascos son amigos de hacer apuestas de bertsolari, rapsodas que, improvisando sobre la marcha, disputan entre sí, alternándose en sus intervenciones y respuestas, narran– do sus historias y gracias con una cantinela. Al final de la Eucaristía un sobrino bertsolari, Angel Maria Peñaga– rikano le cantó al tío los siguientes estrofas, que en este caso ya estaban preparadas. Baso batean lantzaz ta geziz josia, aurkitu zuten zure gorputz biluzia; Ines ta Alejandrok ¡hura oinazia~ hori zenuen zure irrika guzia martiri baten gisan eskeini bizia. 11 Beizamako zeruan · ¡horra zenbat laino!; negar jasa dakarte begietarano; bainan zertan goibeldu horrenbesteraino?; 1 En una selva, de Lanzas y armas acribillado, encontraron tu cuerpo desnudo; Inés y Alejandro ¡qué dolor! Ese era todo tu anhelo: ofrecer la vida como un mártir. 11 Ea el cielo de Beizama ¡mira cuánta niebla! traen un aguacero de lágrimas hasta los ojos; Pero, ¿por qué entristecerse hasta tal punto? 267
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