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El m1s10nero regresó a Coca. De camino, en el km. 30, se detiene para contar a las Dominicas los episodios del día. Muertos y alanceados El día 22 de Julio, miércoles, a las 7.30 Roque está en el campamento, tras una percance que ha tenido en el camino. Hacia las 7.45 el helicóptero toma vuelo. "Vamos 4 personas: el piloto Apolo, el Sr. Roques, Je– fe de la CGG, Michel francés y un servidor. Vamos con– tentos. Yo preparo Ia máquina de fotos y hago algunas de ambiente. Pasada media hora estamos ya a las puer– tas del bohío que desde lejos lo divisamos. Pero me quedo consternado al encontrarlo vacío, sin gente, desierto, cuando estaba esperando el gozo alboro– zado de un grupo que nos sale al encuentro con alegría, haciendo corro al helicóptero que desea posarse con cuidado. No hay nadie, y no veo a nadie, tampoco a Monseñor. ¿Se lo habrán llevado? ¿Qué ha pasado? Y el helicóptero ya ha atravesado el bohío y se dispone a dar otra vuelta. Sí, abajo, a unos metros de la puerta de la casa está Monseñor tendido, desnudo, apoyada su espalda sobre un tronco y la cabeza pendiendo hacia atrás, los brazos abiertos, caídos. A Inés no la veo. Y el helicóptero ha atravesado de nuevo el lugar. Y ya no recuerdo si de nuevo da otra vuelta. Tomamos el camino de regreso. El piloto grita albo– rotado. El Jefe de la CGG me mira con rostro alterado. Michel pregunta por la hermana y los otros dos confir– man que también está lanceada. Yo no he captado las lanzas sobre el cuerpo. Me lo imaginaba. Quedamos en silencio, y el piloto de nuevo comienza a gritar desafora– damente. Les pido que me llevan directamente a Coca, y me dicen que mejor volver a Ia base. Entiendo. No insis– to. LLegamos. Naturalmente no nos esperaban. Recién habíamos salido y ya habíamos vuelto. El mecánico del 250
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