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ayuda técnica de una radio con la cual podían comuni– carse con la Compañía. Y en la noche del 13 de mayo comienzan a gritar en la selva: Guiñenamai (no tengáis miedo). Guirinani (somos amigos). Memorani imnipa (somos hermanos). Apeneke poi.dani (venid a hablar). Titike poi.dani (venid a dialogoar). Fueron cuatro noches en la selva. El día 14 vino la Compañía; trajo al quichua Cristóbal Avilés para acom– pañarles y recogió a la Hna. Consuelo. No vieron a los Tagaeri. En seña) de amistad les de– jaron dos ollas y dos machetes nuevos. Fueron cuatro noches en la selva, quizás cerca de los Tagaeri. La primera noche en una misma tienda dunnie– ron Monseñor, Inés y Consuelo. Inés concilió el sueño plácidamente. Consuelo -lo cuenta ella- no pudo dor– mir, ante el temor de que algo pudiera ocurrir. - ¿Y si vienen - le dice a Monseñor- y nos matan? Y Monseñor, con aquel idealismo que le caracteriza– ba, respondió: - Nos daremos un abrazo y moriremos todos jun– tos. Al día siguiente, día 14, les visitan de la Compañia. Consuelo regresaría para estar en Coca en una reunión con dos padres de los niños de Primera Comunión, y en su lugar queda el quichua Cristóbal Avilés. No vieron a los Tagaeri. En señal de amistad les de– jaron dos ollas y dos machetes. Un dato de este género orienta la respuesta a una pregunta formulada después de la muerte: La arriesgada visita del 21 de julio, ¿no fue una pre– cipitación? Desde los planos técnicos de quien desde fuera estu· dia la situación, pudiera ser. Desde la conciencia de se– guridad que en esta y en otras ocasiones, muy peligro– sas, ha manifestado Monseñor, no. 223
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