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Parece que Alejandro e Inés, el Obispo y la Virgen consagra– da, algo puedendecira la Iglesia. Cada unosiguiópersonalmen– te el camino de la fidelidad, y al mismo tiempo los dos fueron avanzando alcompás de la Iglesia. Alejandro einés son fruto de una Iglesia que, revisándose a sí misma. ha sentido el paso del Espíritu en el Concilio. Entremos en diálogo con ellos. Y que elamorcon que están escritas estas páginas (traté ampliamente con Alejandro y co– nocífugazmente a Inés) no enturbie en modo alguno la verdad de la historia. Que no la va a enturbiar, porque, al fin, muyque– ridos hermanos Alejandro e Inés, no es a vosotros a quienes quieroensalzar, sino a Jesús, el Señor. ¡Aél la gloriapor la gracia de vuestra vida! Tiempo pascual 1988. Fr. Rufino María Grández 9

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