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entre algunos misioneros se iba apoderando más y más la idea de otras tácticas de evangelización, con medios adecuados a la minoridad franciscana. Nos hallamos en plena ·efervescencia espiritual de renovación, en los años en que se replantea el proyecto general de la Orden re– visando las Constituciones. A esto se suma una triste no– ticia: el benemérito José Manuel Astráin, sacerdote capu– chino aviador, se determinaba en noviembre de 1968 a pedir la secularización, decidido a seguir siendo "'misio– nero aviador" de otra manera. Más tarde, con profunda pena de los hermanos, perdió la vida en accidente aéreo en la selva; esto ocurría en 1975. Se decidió, pues, entregar la avioneta en manos del Nuncio. Un año prestó nuevos servicios a las Misiones Católicas de Ecuador. La experiencia no fue positiva. Se vendió y el Sr. Nuncio gentilmente reintegró el importe a la Prefectura. La irrupción de una nueva época Aguarico en pocos años va a cambiar absolutamente de fisonomía. Por el año 1967 comenzaron a aparecer las compañías petroleras para la explotación del Orien– te. Comienzan a abrirse carreteras en la selva. Las com– pañías reclaman trabajadores y crean nuevos ámbitos de vida. Sociológicarnente esto -se quiera o no- es una acometida brutal. La augusta mansión de la selva, ungi– da de vida y embrujo, ahora empieza a ser ocupada por máqu inas potentes: aviones y helicópteros, dinamita, tractores, bulldozer, camiones. La que podía considerar– se frente a los pobres nativos potencia económica de la Misión, ahora queda definitivamente desplazada. La sel– va es surcada por carreteras y por tubos de acero desti– nados al transporte del petróleo. En 1972 están en pleno funcionamiento tres pozos petrolíferos: Lago Agrio, Shushufindi y Sachas con una producción que superaba los 200.000 barriles diarios. Al año siguiente manaria el oro negro de los pozos de los Aucas y del Cononaco con una producción todavía superior. Ecuador, una de las 99
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