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Hago la presentación de los nuevos: - Aquí Ramón y aquí el Doctor Manuel. Oír Doctor y adelantarse Deta para que le cure un ojo lastimado fue cosa de un momento. El P. Manuel abrió su paquete de medicinas y le hizo la primera cura a la muchacha Deta, ya conocida por mis an– teriores crónicas y que ahora se nos ha presentado toda ella pintada con pinceladas en negro. Viendo que me duele la pierna, Huiyacamo propone que descan– semos allí, en su casa, pero su esposo Cai le recuerda que soy hijo adoptivo de Inihua y mejor me aconseja irme a casa de mis padres. - ¿Gube? (¿Está lejos?) - le pregunto. - No; aquisito no más. Guiados ahora por Araba, Agnaento y Yacata, nos dirigimos tran– quilos. hasta la casa de lnihua y Pahua, mis padres. En el camino nos obligan a hacer muchas paradas, porque quieren examinar lo que Lle– vamos, comer galletas y tocar la flauta que ha traído Mariano. Mis padres me recibieron saliendo fuera de la casa y conteniendo a los perros. Su acogida fue muy amable y alegre, y no tuvieron ningu– na dificultad en acoger con la misma amabilidad y aJegría a todos los demás, incluidos nuestro empleado Ramón y el P. Manuel, que se pre– sentaban por primera vez. El Doctor tuvo en seguida plena aceptación por sus servicios médicos, los que tuvo que prestar al momento. Rápidamente se presentaron las familias vecinas v pronto se notó un ambiente de fiesta extraordinaria en el grupo Huaorani. Se hizo reparto de los obsequios y al poco rato examen minucioso de todas nuestras pertenencias personaJes y las de equipo, corno ollas, linternas, cucharas, tijeras, cuchillos. Según atinada observación del P. Manuel, poco después nosotros éramos los pobres, tanto que los Huaorani nos tuvieron que prestar ollas para cocinar, azúcar para el re– fresco y otras varias cosas. El P. José Miguel estuvo muy activo para sacar varias fotografías y comenzar a hacer aJgunas grabaciones. En momento alguno manifes– taron los Huaorani tener complejos o reparos para ninguna de las dos actividades. Quiero anotar que la casa de Inihua no es la misma que yo visité en anteriores viajes por helicóptero. Aquélla Ja han abandonado y ésta es nueva. Tiene además montada una carpa azul que habían cogido a la Compañía, donde Araba tiene su dormitorio y que nos dará cobijo a los cinco viajeros, en el suelo. Araba ha puesto su cama muy en alto, con escalera para subirse, y parece un palomar. 77

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