BCPAM00R16-4-35000000000

La fiesta de la Asunción tiene muchos recuerdos gratos para mi ge– neración capuchina. Por la noche celebramos la Santa Misa con espe– cial unción y alegría. Entre los muchos y precipitados arreglos de la carpa, mi camastro de palos quedó resentido; a media noche no resis– tió mi peso y me caí aparatosamente, viéndome con los pies en alto y la cabeza en el suelo. El remedio fue sencillo: levantarme y acostarme de nuevo en postura inversa: así la cabeza estaba en alto, mientras los pies se apoyaban en el suelo. Seguía lloviendo torrencialmente. Día 17 de agosto. De mañanita se nos presentan los dos líderes más audaces: Peigo y el "Tuerto". A éste le he preguntado varias veces el nombre, pero se me hace el desentendido. Llega el helicóptero y nos ayudan amablemente a descargar. Son los que se encargan también de abrir todos los paque– tes, dando buena cuenta del pan y galletas que el Sr. Viteri me ha man– dado. De pronto oyen algo que nosotros no percibimos y nos hacen signos de que vienen otros y que escondamos las cosas. Ellos mismos ayudan al cocinero a ocultar las botas y ternos de repuesto que vienen para los obreros. Comen rápidamente, hacen un buen paquete de ha– macas y mosquiteros, y salen en el preciso momento en que están lle– gando el grupo de jóvenes, capitaneados por Huimana. Estos estuvieron impertinentes y molestosos como nunca: des– montaron la motosierra, fastidiaron el radio-transmisor que tuve que conectarles para que ellos mismos hablaran a Pañacocha. Era de ver al joven con el micrófono :n la mano &:ritando: - Dicnron, Dicaron; Namengono, Namengono; Gabaron, Gabnron ... Pn– ñacocha, cambio... Reacción de joven Huao. Este día quise hacer una observación sobre las reacciones de los jó– venes Huaorani. En el momento en que uno de ellos se dedicaba a abrir las latas de conserva, tirando cuan lejos podía las que por su sa– bor u olor no le agradaban, le eché un grito cuando tiró un tarro de "Si– café" y le pedí que, me lo trajera. Medio refunfuñando me lo trajo y me lo tiró a la mano; pero cogió un machete y me hizo ademán de cortar la cabeza; de seguido tomó un plato de plástico de la cocina y, en mi presencia, hizo añicos el plato con el machete. ¡Pareció darme a enten– der que el joven huao no está dispuesto a humillarse ante nadie! 26

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz