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describiendo los vuelos de localización de los bohíos Tagaeri o las vi– sitas ocasionales a familias huaorani de la zona. Alejandro lleva más de diez años reclamando soluciones eficaces y dignas para este pueblo y caminando sobre el filo de la navaja que es su labor de mediación. Muchos intereses y demasiado poderosos gra– vitan sobre esta nacionalidad y ahora parece estar decidiéndose la suerte de la última familia "libre". A comienzos de julio de 1987 la compañía exploradora del Bloque 17 localizó, casualmente, un bohío habitado, que se suponía Tagaeri. Monseñor sintió que había llegado el momento de arriesgar en su mi– sión de paz. El día 19 de julio de 1987 escribía en el último informe al Sr. lng. Edmundo Rojas, Subgerente de Planificación de CEPE: "Co11 In última evidencia de los signos positivos pnrn un acercamiento personal, se de– cide que Mons. Alejandro l.Jlbaka y la Hna. Inés Arango, Misionera de las Terciarias Capuchinas de In Sagrada Familia, desciendan, Dios mediante, el día 20 de julio de 1987 11 • Pero ese día, por inclemencias del tiempo, no pudieron realizar el vuelo. Alejandro e Inés llegaron a la chacra Tagaeri e1 21 de julio a las 8'30 de la mañana y, con toda seguridad, fueron muertos ese mismo día frente al bohío. UTOPÍA PARA UNA VIDA. Se ha dicho en Ecuador, con aire de acusación, que la tenaz defen– sa del territorio, del idioma o, en fin, de las características culturales de las minorías étnicas y pueblos indígenas le venían a Alejandro de sus orígenes vascos. El, por toda respuesta, sonreía. Ecuatoriano por nacionalización, vivió mas af"los aquí que en su pa– tria chica, pero la incomprensión puede ser tan larga como la misma vida. Además suele ser un adecuado premio a los utópicos. A su muerte su figura, suficientemente desconocida, fue enjuiciada por la "ambigüedad" de su accionar. Unos le trataron de "involuntario servidor de intereses criminales " o "hombre de /ns petroleras"; por el lado opuesto le tildaban de "vasco anarquista defensor de causas perdidas"; de él dijeron que atentaba contra los últimos "indios libres" mientras otros le acusaban de oponerse, al frente de indios improductivos, al "progreso nacional". Nos quedan sus palabras. Aquí están; las que brotaban del corazón en sus Crónicas y aquellas que, además, escuchaban la razón de la pru- 208
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