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Los manuscritos se hallan con muy pocas correcciones. Escribía de lo que le hablaba el corazón, sin mucho cálculo. Por eso las palabras adquieren a menudo un inequívoco acento a salmo o a canción. A sus 56 años Alejandro experimenta de nuevo el asombro de vivir una situación límite en la frontera de la fe, de la humanidad y de la misma supervivencia. La vive como una Revelación. Está dispuesto a desposarse de todo para captar esas "semillas del Verbo" escondidas desde el comienzo de los tiempos. Cuando muera lo hará en esa mis– ma ascesis, desnudo y en búsqueda. Sin embargo, al mismo tiempo de esta historia de solidaridad en– trañable, Alejandro pelea tenazmente una lucha mucho más prosaica. La ocasional ingenuidad de estas páginas se transforma en pragmáti– cos documentos dirigidos a las autoridades e instituciones decisorias. Territorio, Idioma, Reconocimiento Nacional a sus Culturas: he ahi una trilogía a su parecer imprescindible para la supervivencia de las minorías indígenas. Hay que tener presente esta cara de la moneda para ajustar su va– lor. Al final del libro proponemos apenas algunos ejemplos de esa la– bor soterrada, constante, de Alejandro: la base sumergida, sobre la que ahora hacemos descollar las Crónicas o punta del iceberg. Algún día no lejano ordenaremos para su publicación el significativo archivo de su "lucha institucional", los documentos que proyectan otra luz sobre su retrato. LOS TAGAERI: ESA ESPINA O DESAFÍO. Con los tres trabajadores petroleros muertos en 1977 ya se habla de unos últimos huaorani todavía irreductibles: los así llamados Tagaeri. A partir de ese año y hasta 1987, las licitaciones de CEPE van ofrecien– do para su exploración y posterior explotación los restos del territorio huaorani. Así, en diciembre de 1984, se produce otro ataque sangrien– to a los obreros, supuestamente a cargo de este grupo residual. Alejandro, ya obispo, suscribe con CEPE, en 1985, un Convenio que le ayude a conseguir el contacto pacífico con los Tagaeri. Como es su norma, se mantiene en el difícil equilibrio de la mediación entre ambos frentes: las oficinas oficiales y los bohíos, las mesas de negociación y las trochas exploradoras. En diciembre de 1985 envía a la Gerencia de CEPE su primer "In– forme Programa Huaornni - Misión Capuchina": Otra suerte de Crónica, 207
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