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de Cuarto Curso del Colegio Agrícola "Padre Miguel Gamboa" de Co– ca, quien me relata las varias visitas de Aucas que, en mi ausencia, han tenido. Como siempre, han sido muy molestosos cuando han venido y siguen llevándose cuanto se les antoja: ropas, hamacas, mosquiteros, alimentos. En ese mismo momento nos enteramos, por medio de la radio, de que acaban de hacerse presentes en el otro campamento, a cinco kms., Taladro P 9. 6 de agosto. -Hoy vendrán los nmigos-, dicen en la Trocha B2-. Esperé todo el día, pero no se presentaron; en cambio, renovaron su visita al P 9, y el Sr. Jorge Viteri, en nombre de la Compañía, me so– licita por escrito que pase a ese campamento: "Le ruego, Padre, calmar los ánimos de los obreros, de acuerdo al estado sicológico en que ellos se encuentran; aquí salió el cocinero muy asustado; confiamos que su presencia sabrá infundir un poco de tranquilidad a los obreros". Por la noche, antes de despedirme de este grupo, celebré la Santa Misa, anticipándome al domingo, y les comuniqué la carta recibida del Sr. Viteri. - No se vaya, Padre, que mañana nos visitarán n nosotros-, decían los obreros. 7 de agosto. A media mañana del día 7 llegó el helicóptero y me trasladé al campamento Taladro P 9. Una hora después de partir, se presentaron los Aucas en B2. Sábado y domingo los pasamos en P9 sin la visita de los Aucas, oyendo las relaciones de los asaltos anteriores, contados por el cocine– ro suplente, pues el anterior salió verdaderamente asustado, y corro– borados por el enfermero, que también tiene pedida la liquidación "porque soy pndre de fnmilia y no quiero exponer mi vidn y perder lns pocns pertenencias que tengo aquí". El domingo, por la noche, insinué que podríamos decir la Misa si no se sentían demasiado cansados; ante la aceptación gustosa de la ma– yoría, la celebré, y lo hicimos con lujo de cantos, comentarios y preces. 20

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