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El profundo silencio de la noche estrellada fue interrumpido de pronto por la sonora voz de Inihua, que nos impresionó hondamente tanto a Marcelino como a mi. Hacía mucho tiempo que no le había oí– do a mi padre estas recitaciones. No pude observar si fue acompañado por algún rito de curación. Con todo, al conseguir grabar esta recita– ción desde la habitación contigua, h1ve el convencimiento de haber lo– grado rescatar un Salmo del antiguo testamento del pueblo Huaorani, digno de ser tenido en cuenta como los de David. Al día siguiente, todo este mundo misterioso me hizo sentir la pre– sencia de Dios en la historia del pueblo Huaorani, y, en un momento fuerte de unión con El, arrodillado en la canoa solitaria e identificado con el pueblo Huaorani, adorarle en su historia, alabarle por todas las maravillas y pedirle nominalmente por todos y cada uno de los que componen este respetable resto. Al pedir que se dignara escoger a uno de los jóvenes para sacerdote que lleve a plenitud esta pequeña iglesia local, sentí que mi fe no era suficientemente confiada y dije a Cristo que El lo pidiera al Padre. Esto, sí, será seguro. Algo del equipo misionero. Es el más numeroso de todos los viajes:..tres seglares, dos Herma– nas Lauritas y tres Padres Capuchinos; señal evidente de que en la Pre– fechlra la evangelización del grupo Huaorani se asume como obra de todos. Alegría e ilusión apostólicas, confianza sin límites en los Huaorani, deseo incontenible de comunión de culhlras, conocimientos, costum– bres y, sobre todo, deseo de comunión de espíritus son las notas que predominan en todos los participantes. Todo esto hace posible una ma– yor comunicación con los Huaorani, y nos damos el lujo de separamos en grupos distintos, lo cual no era factible en los primeros contactos: La Hermana Edita Verela, que por primera vez ha venido a cono– cer a los Huaorani, no tiene miedo de quedarse solita en casa, con Pa– hua, haciéndose cargo de la cocina. El P. Enrique, a quien los Huaorani ya le conocen con el nombre de "Quique" y Marcelino Otavalo, que también ha venido por primera vez, se quedan solos para el trabajo de la quilla. Mariano, Wilo, Inés, Manuel y servidor, acompañados de Huane, Agnaento, Araba y Tehuane, emprendemos el viaje para visitar a Nampahuoe, como principal objetivo de esta expedición. 166

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