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Mariano y Wilfrido estuvieron con nosotros visitando a Nampa– huoe el día 23; pero el 24, después de Ja despedida del P. Manuel, del P .Enrique y de las Hermanas lnés y Edita, los tres maestros quichuas se dedicaron de lleno al vaciado del cedro de Araba, sin hacer caso de la pertinaz lluvia que molestó todo el día. Constituyó una verdadera maravilla la experiencia, arte y resisten– cia de estos hombres quichuas en el trabajo; además se les vio trabajar con alegría y consagración espiritual extraordinarias. Los tres dieron pruebas evidentes de dominar el arte con una increíble creatividad: cuando falta tinta para marcar las líneas laterales, deshacen unas pilas usadas y en su tinta negra impregnan la cuerda de chambira tejida por Pahua; cuando hay que dar la figura interior a la canoa, cortan una ra– ma de palmera, la parten y les da la forma exacta, sin necesidad de operaciones complicadas de geometría. Así, vi concentrada una cultu– ra secular amazónica del Napo quichua al servicio incondicional de sus hermanos Huaorani. En señal de aprecio y gratitud, en algunos momentos, Araba, Ag– naento, Inihua, Ompura, Cai, los niños Yacata y Tehuane intentaron imitarles a su manera. El día 25 comenzaron el trabajo de madrugada, como si quisieran batir un récord en Ja construcción de la quilla. Al correr de las horas, un sol abrasador hacía relucir la piel curtida y sudorosa de Jos tres maestros, quienes a falta de chicha, apagaban su sed con "fresco-ca– liente " de jugo de toronja. A la una de la tarde se comenzó la /1 quemada" de la quilla. Al po– co tiempo caía un imponente aguacero, pero todo estaba previsto, y volteando la canoa ésta se fue curando en su parte interior con el fue– go protegido por la misma embarcación. Prolongando la jornada intensiva, vino el arrastre hada el río de Ja quilla terminada: un gran espíritu de hermandad proporcionó entu– siasmo y fuerza a quichuas y Huaorani. A las tres y media de Ja tarde la nueva quilla se deslizaba, segura y elegante, aguas abajo del Paño– no hacia el Dicaron. Ompura, todo entusiasmado viendo cómo siete personas mayores navegaban con toda seguridad, me dijo radiante y convencido: - ¡Ahora, sí! ¡He visto y podré hacer otra! La jornada que han realizado los tres misioneros seglares quichuas es, sin duda alguna, una verdadera evangelización por la promoción. De– cir que es una "preevangelización" me parecería decir demasiado poco. 164

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