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Día 2 de noviembre, viernes. Amanece una mañana fresca, con neblina cerrada. Hay impacien– cia por ir a ver la canoa. Estamos en camino a las seis de la mañana. Desayunamos en la canoa y hacemos el reparto de obsequios. De– ta y Caí regresan a casa con ellos; Agnaento y Yacata se quedan para acompañarnos a la casa de Inihua. La bajada en canoa tiene sus peri– pecias y peligros; en uno de ellos Manuel recibe un golpe en la muñe– ca y se le va el reloj al río; bucea como experto nadador para rescatar– le como hizo con lo.s alicates, pero tiene que desistir por la voracidad de los pececitos, que no respetan nada. Wilo hace también su intento– na, pero en vano. Para las 10,30 hemos llegado a la confluencia del Dicaron y Cahui– meno. Dejando allí la canoa nos vamos andando por la selva a la casa de mis padres Inihua y Pahua, guiados por Agnaento y Yacata. Sorpre– sivamente un enjambre de avispas se ensaña con los intrusos que se atreven a pasar debajo de su vivienda. Al filo del mediodía llegamos a la casa de Pahua, que salió a dar– nos la bienvenida. Nos hizo esperar bastante tiempo mientras nos con– taba un largo relato de acontecimientos pasados y, por momentos, pa– reció ponerse muy seria y darme un reniego. Después sonrió cariñosa y nos hizo pasar a la casa. Esta es casa nueva, construida en el helipuerto 34,7, junto al yuca} que se plantó en el viaje anterior. Este estaba muy bien cuidado, así co– mo las plantas de piña y plátano. En medio de una fuerte lluvia llegó Araba, y poco después, Buga– ney con sus hijos Tehuane, Buyutai, Caguime y el pequeño de dos me– ses, a quien le han puesto el nombre de Yaime Doctoro Manuel, todos desnudos y con la piel bien oxigenada por el aguacero. Después 1Iegó Inihua, y dijo que Ompure se había quedado todavía en la selva para cazar. Nos confirmaron la noticia de que Nampahuoe estaba vivo, pero que seguía postrado en su hamaca. Deseábamos visitarle, pero necesi– tábamos varios días para ello y pensamos que este retraso podría oca– sionar gran alarma en Nuevo Rocafuerte. Por otra parte, los objetivos fundamentales del viaje estaban cumplidos, y optamos por regresamos esa misma tarde, calculando recobrar el día de retraso que llevábamos. Nos acompañaron todos los varones hasta la canoa. Cuando nos disponíamos a salir, Araba nos pidió con insistencia que le trajéramos con nosotros a Rocafuerte. Le prometimos hacerlo la próxima vez. 156
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