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Un poco más adelante encontramos huellas más recientes; han pa– sado hoy mismo; hay huellas de niño y de un perro. Son ellos, no hay duda; pronto llegaremos a sus casas. A las 3,30 oímos el "ku, ku, tu kuuuuu" de los gallos al comenzar a subir una !omita. Nuestra emoción es grande. Gritamos nuestros sa– ludos. Los perros ladran muy fuerte. Conteniéndolos, aparece en la lo– ma Deta, como siempre brindándonos una acogedora bienvenida. En seguida se presentan los demás: Agnaento, Yacata, Gabamo, Cai, Hui– yacamo, Datane, Apamo. Ompura no está en su casa, pero siguiendo las huellas hemos llegado a la casa de Cai-Huiyacamo. En un ambien– te encantador, nos hemos intercambiado saludos, refrescos y comida: a nuestro refresco "Yupi" y los chupetes corresponden con pescaditos cocidos. Nos invitan a ver la casa de Ompura, que está a unos trescien– tos metros, en la orilla del Dicaron. Nos bañamos. A las 6,30 de la tarde estamos de regreso a la vivienda de Cai. Ma– nuel, ayudado por Yacata y Gabamo se quita del cuerpo unas cuantas garrapatas. Amenaza tormenta: truenos, rayos, viento huracanado, estruendo de un árbol tronchado no muy lejos. Notamos algo especial en la fami– lia: Deta entona una de sus recitaciones y Huiyacamo corre al patio y trae un panal de abejas silvestres, que introduce en el fuego, haciendo una gran llamarada. Entretanto todos esperamos serenos dentro del bohío. ¿Qué significó el humo? Presencia de los Huaorani, nos explican, de personas que piden ser respetadas por las fuerzas cósmicas. Nos su– mamos en oración a Jesús para que no suceda nada adverso, pues es– tamos también preocupados de nuestra canoa y de las cosas que han quedado en ella. Cayeron unas gruesas gotas de lluvia, se refrescó el ambiente y so– brevino la calma. La noche. Con gran familiaridad nos acomodan para dormir. Agnaento pres– ta a Manuel una gran tira de colchón "Primor", herencia de los traba– jadores petroleros. Manuel quiso hacemos participantes de ese lujo, a fin de que pudiéramos todos asentar nuestras espaldas. Durante toda la noche experimentamos la protesta airada de los riñones y posaderas por semejante injusta repartición. Tuvimos tres o cuatro vigilias con animada charla, risas, cantos y choclos tostados a la brasa. 155
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