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Lanzas y achiote. Respirábamos aires de tormenta amazónica, cuando nos sorpren– de otra información: Ayer aparecieron en la trocha varios de los Huao– rani pintados con achiote y con lanzas, tanto las mujeres como los va– rones. Esto realmente nos parece sospechoso y raro, pues en todo el tiempo no les habíamos visto pintarse en esa forma a los Huaorani. Normalidad absoluta en las familias. Contrastando con este clima de tormenta, he vivido unos días feli– ces entre las dos familias. Turnándose, viejos y jóvenes se han ido con normalidad de cacería y, si bien es verdad que han tenido que caminar todo el día por la selva, ha habido suficiente carne de mono, de paujil y frutas silvestres. Otro día me reuní con Otorino, y con los Aucas visitarnos los cam– pamentos. Otorino hizo noche en casa de Cai y servidor en casa de mis padres, Inihua y Pahua. Tuvimos oportunidad de comentar Jo de las lanzas y pintura de achiote. Decían que todo había sido "ononqui", el "yanca" de los quichuas, es decir, "por puro capricho" y para ver có– mo reaccionaban los trabajadores. Les solicitamos que se pintaran de nuevo y lo hicieron sin dificultad, dejándose fotografiar por Otorino con su máquina de fotos instantáneas. 6 de mayo. Domingo del Buen Pastor. Ha hecho una noche muy fría. Me ha tocado dormir en la cama que me ha cedido Araba, sobre tablillas de chonta y con una manta. Araba se ha acomodado en la hamaca de su padre, e Inihua ha dormido en otra hamaca, en segundo plano y ha estrenado sábana limpia y fraza– da nueva, obsequio de otros viajes. Mi madre Pahua, desnuda en su hamaca, ha estado muy solícita durante la noche para que no se apa– gara el fogón. Al amanecer, junto a mi cabecera, los perros se alborotan. Araba se incorpora y nota que una serpiente ha mordido a "Peicu" en la pata. No transcurre media hora, cuando el animal comienza a tener peque– ñas convulsiones. La familia está muy triste: - ¿Morirá? - me preguntan-. - ¿Tienes medicina? La pena de la familia me hace reaccionar y con una cuchilla hago al animal una incisión para desangrarle el veneno y luego le adminis– tro una buena dosis de yodo. 140

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