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Otorino se queda en el grupo de nivelación que, se supone, se en– contrará con los Aucas y yo aterrizo en el helipuerto Yasuní con todo un gallinero. No tarden en presentarse todos y se arma un griterío bullicioso mientras examinan detenidamente a todas y a cada una de las aves. Se hace una distribución equitativa. Se han olvidado de tal manera las tensiones que parece que nunca hayan existido. La convivencia entre estas dos familias, las informaciones de los obreros y de Otorino me dan el cuadro siguiente: Motivos de tensión. Debido a las múltiples y complejas coyunturas de la zona y moles– tias de los Aucas, CGG ha impulsado un ritmo verdaderamente arro– llador: cientos de trabajadores, organizados en diversos grupos, atra– viesan la zona en todas las direcciones y los helicópteros atruenan los .aires con sus incesantes vuelos de aprovisionamiento de alimentos y traslados de personal. Esto ha alejado la cacería, principal fundamen– to de subsistencia del pueblo Huaorani, produciendo en ellos ansiedad y fastidio por el futuro incierto. Por otra parte, se comentan en voz al– ta en todos los grupos ciertas imprudencias o provocaciones malicio– sas cometidas por algún grupo; concretamente se acusa a un tractoris– ta de Cepe, que se permitió alguna insinuación para seducir a la joven Deta y que fue violentamente rechazado por su padre Cai, respaldado por todo el grupo familiar. ¿Señal de guerra? Así las cosas, en la línea 94,8 aparecen lanzas atravesadas. La Com– pañía, con prudente criterio, determinó suspender los avances en di– cha línea. ¿Garantías para los trabajadores? De nuevo va cundiendo la alarma en los grupos de obreros, y el Sr. Manuel Alomía, capataz de uno de los grupos, solicita a la directiva de la Base de Pañacocha mayores garantías para los trabajadores: a los po– cos días este capataz salía despedido de la Compañía "por propalar ru– mores infundados que debilitan la moral de Los grupos". 139

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