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Como el sentido de propiedad de 1as cosas de propia pertenencia está tan desarrollado en ellos, hay que llevar todo clasificado y señala– do, también lo destinado a los jóvenes y, en cuanto se pueda, lo de los niños. Nada respetan de los obsequios que se llevan en montón, sin destinatario fijo; ésos son"primi capientis" (del primero que los coge). Convivencias de hermandad. Lo más notable de esta gira han sido las varias visitas a domicilio y convivencias de diverso estilo, que nos han servido grandemente pa– ra estrechar nuestra amistad y quitar las barreras de desconfianzas re– cíprocas. Podemos afirmar que ha reinado un ambiente de humana empatía, y que afloraba, en todo momento, un deseo también recípro– co de participar en una "comunión de vida y costumbres". La vida mi– sionera no es sólo adaptación; es, sobre todo, comunión de vida, de costumbres, de cultura, de intereses comunes. Este anhelo es más no– torio en ellos que en nosotros siempre influenciados por los prejuicios, la idiosincrasia y los tabúes de nuestra cultura y de nuestra educación religiosa. Las visitas a sus casas han sido relativamente cortas, siendo siem– pre recibidos con entusiasmo por todos. De nuevo tuvimos que lamen– tar la ausencia de Ompura, de su esposa Buganey y de sus hijos. No sé con certeza la causa de esta ausencia. Entre las convivencias principales hemos de señalar la del grupo de jóvenes, en la primera noche. Nos acompañaron la noche entera, compartiendo con nosotros todo: techo, cocina, cama y mosquitero. Antes de acostarnos, el inteligente Araba nos trazó con maestría el ma– pa de la zona y la situación de los diversos grupos, especialmente de los Tagaeri. Luego siguió una animadísima velada hasta la madruga– da, interrumpida con dos entreactos en que Araba y Agnaento, desnu– dos como Pedro un día ante el Señor, se fueron a pasear en la nueva quilla. Fueron los únicos momentos en que se vio desnudos a estos dos jóvenes. Otra noche nos acompañaron mi padre lnihua y Huane. Estos se portaron muy pacíficos y amables, pudiendo nosotros descansar toda la noche, reponiéndonos un poco de la mala noche anterior. No dispo– níamos ya del mosquitero, que había desaparecido misteriosamente, pero tampoco notamos mayormente la molestia de las mariposas noc– turnas, que abundan en esta tempor?da. 111
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