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sobre los Aucas, y moviliza todos los resortes: Visita al Nuncio Apos– tólico; visita a Mons. Luna, Obispo Auxiliar de Quito, quien, en ausen– cia del Señor Cardenal que había marchado a Roma para la coronación del Papa Juan Pablo U, nos demuestra su corazón sensible y eficaz– mente activo en pro de esta Iglesia lo Cai de Aguarico y de sus proble– mas. Monseñor Luna nos consigue dos pequeñas intervenciones en el Canal 2 de Televisión de Quito, con el conocido y famoso periodista Oguendo, quien explica magistralmente cómo compaginar la riqueza petrolera del Oriente sin lesionar los derechos humanos de la minoría étnica Huaorani. Todo esto contribuye a despertar los sentimientos humanos de los personemos de Cepe, quienes deciden postergar, por el momento, la operación planeada en la zona de conflicto. Esto nos llena de optimismo y de alegría; pero también supone una nueva responsabilidad para intensificar, en cuanto sea posible, nuestra labor de acercamiento a los grupos Huaorani para conseguir que se respeten todos sus derechos humanos y, al mismo tiempo, se pueda aprovechar la riqueza petrolera de la zona, en beneficio de los margi– nados de la nación ecuatoriana, entre los cuales deben contarse como los primeros los diversos grupos Huaorani. Están a punto de cumplirse las lunas señaladas para nuestro pró– ximo viaje al Cahuimeno y, a mi regreso de Quito, organizamos nues– tra próxima visita de amistad por el río Yasuní. Los hechos de este ter– cer viaje están relatados, con exactitud cronometrada, por el P. Dr. Ma– nuel Amunárriz, quien tomó parte en la expedición en su doble carác– ter de Sacerdote y Médico-Director del Hospital de Nuevo Rocafuerte. Yo, en mi Crónica, seguiré intentando descifrar los signos y los gestos de esta incipiente evangelización del grupo Huaorani. En palabras del mismo Padre Manuel, la evangelización del pueblo Huaorani entraña un inapreciable valor de símbolo para nuestra vocación misionera. Impresiones generales. Este tercer viaje fluvial al grupo Huaorani Inihua-Nampahuoe ha sido excelente, y sin mayores dificuJtades. El estado del río, crecido, casi inmejorable; el tiempo seco, con no– ches de luna, sin lluvias; los motores funcionando a satisfacción, con la rotura de un solo pasador; Ja salud de los participantes del equipo sin complicaciones; y, sobre todo, el clima amistoso y familiar del grupo 107

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