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- ¡Nunca nos ha pasado esto! ¡Toda una manada y sólo dos huanganas para casa! ¡Algo pasa en nuestras familias! ¡Tenemos que regresar pronto!– dicen muy convencidos ¡hasta la próxima oportunidad de cacería! A las cinco de la tarde acampamos. Una cena suculenta con arroz y carne de huangana y a dormir, sin nervios en tensión. Esa esperanza teníamos, pero llueve torrencialmente toda la noche, obligándonos a levantarnos varias veces para que Ja creciente del río no llegue a inun– darnos. Transfiguración del Señor. Recién amanecidos sobre el lodazal de nuestro tambo, mojados y sucios, es fácil anhelar participar del vestido blanco como la nieve del Sei'ior y de su rostro resplandeciente como el sol. Pero en nuestra litur– gia dominical preferimos ocasionalmente meditar sobre el envío de Jos discípulos de dos en dos. Hoy son Mariano y Otorino los agraciados de esa elección que agradecen al Señor por la exitosa misión cumplida. ¡Monos a la vista! Son las diez, y llevamos ya una hora bajando por el Yasunf, cuan– do mis dos voluntarios divisan Jos monos que juguetean en las copas de un árbol. Mariano y Otorino saltan a tierra; resuenan otra vez los ti– ros; se hace silencio. Regresa Mariano: - ¡No valen estos cartuchos! Vengo por las cerbatanas que los Huaorani nos han regalado. Efectivamente, media hora después vuelven a la canoa con dos gordos chorongos. - Hemos visto otra mona con cría, pero no hemos querido matarla- di– cen. Yde nuevo porfían, diciendo que algo pasa en sus familias, por– que no se explican tan mala suerte en la cacería. Otorino asegura que en el próximo viaje traerá su carabina, con la que no falla nunca. ¡Sol radiante! Un sol radiante, tropical, preside toda la tarde nuestra triunfal ba– jada por el río Yasuní. Al impulso del potente Evinrude, la "Cumandá" repasa, festiva y juguetona, los mil riachuelos, quebradas y lagunas que desembocan en el Yasuní. 101
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