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11 Al decirles que ya no tenemos nada, nos sacan de sus ollas y nos entregan arroz en cantidad suficiente para todos ellos... Así, en cosa de dos horas y media, hemos dado tres grandes batidas al arroz que he– mos llevado para obsequiarles. ¡Un oasis en la selva! Los cinco Huaorani se han quedado a dormir en nuestro tambo. Este es un lodazal. Otorino corta nuevas hojas de palmera y las exten– demos en el blando suelo, que se convierte en "nuestro colchón pri– mor". En el tambito, que era para tres, tenemos que acomodarnos ocho personas; tres, desnudos totalmente, y los demás a medias; todos ca– llados y con frío. Mi plástico negro se extiende en el suelo para todos y la sábana de Otorino se la reparten lnihua y Huane. Mariano y Oto– rino se cubren con un viejo sobretodo y Jos cuatro restantes nos dispo– nemos a cobijamos con mi vieja manta. Al compás de la lluvia que arrecia, el tambo se ha convertido en un oasis de cantos y rezos quichuas, risas, gritos y recitaciones Huaorani, cuyos ecos se cimbrean entre la infinidad de hojas de la selva tropical. A medianoche las aguas, el frío y la escasez de cobijas nos han obliga– do a replegarnos tanto sobre nosotros mismos que somos ocho hom– bres en uno, disputando inconscientes el pedazo de una manta y el ca– lor en el contacto del cuerpo hermano. ¡Fue una vigilia en la que, so– bre el lodazal, se cernía el espíritu de la fusión de los hermanos en la fe de un Creador! Sembrando maíz y plátano. -"Canta uyacuni tamia shamucpi... " (Te oigo al llegar la lluvia) resuena en el tambito, mientras gruesas gotas, golpeando sin cesar sobre las hojas de los árboles, nos mantienen sin incorporarnos de nuestros puestos, en una fraterna convivencia. Tardíamente desayunamos plátanos cocinados, café con leche, que sólo Araba se atreve a tornar, y chicha. Hacia las diez de la mañana nos ponemos a sembrar maíz y unas plantas de plátano "seda". ¡Queremos ver cómo reaccionan! Todos ellos nos ayudan en el corte de los árboles y la subsiguiente siembra. Así, quedan sembradas unas 15 matas de plátano y un poco de maíz. Lo restante de semilla, tanto de maíz como de plátano, se lo llevan al– gunas familias. 98

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