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Durante la noche llueve torrencialmente y cuando, después de la Misa y del desayuno, reanudamos la surcada del Yasuní, éste va hin– chándose, de modo que vemos que tendremos que cortar menos tron– cos que en nuestro anterior viaje. Por la tarde las lluvias siguen dificultándonos la navegación. Ha– cia las cuatro, bajo un impresionante aguacero, llegamos al campa– mento situado en el límite interregional. Yo le llamaría a éste "Cohuo– re onco", es decir, Casa de los extraños-no Huaorani, y esto para dife– renciarlo del "Huipore onco" o Casa de la balsa o canoa, lugar desde donde partieron en su balsa José Miguel y Mariano y donde nos hemos instalado las dos veces, dentro ya de la zona Huaorani. Montamos nuestro campamento con el sistema de los plásticos, que nos resultan con goteras porque las cucarachas los han agujerea– do. Sobre el mullido suelo saturado de barro y agua, tendemos ramas de palmera, plástico como aislante y nuestras mantas. Mariano y Otorino se dan modos de hacer el fuego y preparan una cena caliente: arroz, patatas enteras y una lata de atún. Repasamos nuestro pequeño vocabulario H11aorani, rezamos en quichua y nos acostamos, mientras las aguas siguen cayendo en cantidades amazónicas. Animales grandes chapotean en el río. ¿Danta, tigre, bagres, caimanes? No sé diferenciarlo con seguridad. Otras veces son los troncos que arrastra In co– rriente del agua y golpean con fuerza a nuestra frágil "Cumandrí". La proximidad suscita temores. En nuestro tercer día amanece lloviendo. ¿Levantarnos? ¿A qué? Cada uno quiere conservar un poco más el nido caliente. Mariano y Otorino relatan sus sueños: ambos han soñado sobre su familia. Dicen que nunca les ha pasado esto. Queriendo interpretar sus sueños, tan pronto dicen que les vamos a encontrar a los Huaorani como que no les vamos a ver; que si nos encontramos con los perros, vamos a pasar más apuros que con los mismos Huaorani, porque ellos hacen ¡"lwau, huau"! Los veo preocupados, un tanto sentimentales. Los cantos quichuas, la Misa y el repaso del vocabulario Huaorani templan nuestros ánimos, y hacemos nuestro plan: llevarles obsequios, reservarnos vestidos y alimentos para la vuelta y cambiar el motor Evinrude 40 HP por el chiquito Yamaha 8 HP. Ha escampado un tanto, y a las 9,50 estamos saliendo de una vez, decididamente. 94
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