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enovaros Ja memoria apologética de Jos her6icos y genera· )es beneficios temporales, y eternos que el estado Claustral, Monacal, y Regular ha hecho, y hace especialmeote a la Iglesia y Estado de Espaiía? Pero esto solo puede ignorar– lo el que carece de ojos, de oidos, y de sentido como o. Eratis sic11t oves errantes: os visteis duramente sorpren– d idos caaodo os intimaroa Ja sapresion de conventos, ·la ia– h ibicion de dar la profesion , y de admitir Novicios, y la dt>structora facultad de Ja secularizacion; lforasteis , y os escandalizasteis cuando llegó a vuestra noticia la miserable debilidad de algunos, que olvidados de so profesion, de so edad, y aun de los destinos de honor~ y jarisdiccion coa que Ja providencia y nos mismos habiamos investido, pu– sieron la mano al arado , y miraron como la muger de Lot hácia arras, se volvieron como perros al vómito, co– mo animales sucios al volotabro, y como infieles Israelitas a las cebo! las y puerros de Egipto de donde la nimia bon– dad de ]eso-cristo por una especial vocacion y gracia las babia arrancado, y llamado coa aquella misericordiosa in- viracion, ve11ile post me, venid conmigo, a mi templo, á mi casa, a Ja soledad donde os hablaré al corazon familiarmen– e como á Moises, como á mis amigos , como á mis Discípa– os, como á mis ciudadanos, como á mis domésticos. ¡Ah! ¡ qué vocacion 1 ¡qué gr¿¡ cia tan apreciable 1 pero ¡ Ai ! ¡qué desgracia! ¡qué ingratitud! ¡qué rebelion tan desastrosa la e aquellos, que renegaron , y fal taron a la solemne fé .pro– metida ! mejor les era no haber nacido á los votos, que aberlos negado : mc!ius est non vo·i:ére , quam post vota p1·0- n1is~a, non 1·eddere. Ni por estas nuestras frases entonadas nos acose ni quiera alguno imponernos Ja nota de soversion n i temerario censor de las Apostólicas faca hades, con que N. SS. P. Pio VII nuestro supremo Padre y Pastor ha garan, t ido por el conducto de so Nuncio Apostólico á los regula– res de ooo y otro sexo para el efecto de ona justa seculariza– cion . Somos demasiado públicamente obedientes, y celaotes de los derechos, privilegios, y autoridad de las Llaves que por Pedro, y en Pedro entregó Jesn-cristo á su vicario vi– iible en la Iglesia el ~r. Papa Pio Vil de este nombre; he- 2'

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