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( 13) roanos, hcec est hora vestra, ya podeis desplegar aqui los negros tafetanes d~ vuestra perfidia : añadid crí– menes á crimenes: consumad el sacrificio: disparad:: ¡ ay de mi! ¿que es lo que veo?¿ que p erspectiva de sangre he de mirar con mis ojos?.... ¡ Siete capuchi– nos que abrazados con la tierra , se abrazan con la eternidad! ¡ siete capuchinos que fluctuando en el mar p roceloso de sus últimas penas, se anegan en olas de su propia sangre ! ¡ siete capuchinos que sacrificados p or los suyos barbáricamente, que cubiertos con un diluvio de valas ' palpitan exanimes ' difuntos ya e]J el suelo! .... ¡O! ~y quien os ha muerto, preguntaré yo aquí inocentes palomas? ¿ quien os ha degollado mansas ovejas de mi serafico padre~ la impiedad atre. vida , responde la naturaleza toda con su voz irritada : t, quien os ha traspasado esos pechos sangrientos con tantas heridas , vuestros corazones magnánimos, que por mas que de cera por su naturaleza , eran de bronce para resistir las impresiones del vicio'? la im– piedad desbocada , claman los árboles con sordo mur– mullo: ¿quien os ha taladrado esas cabezas augustas, triturados los cráneos, esparcidos los sesos por tierra y salpicadas las mátas? la impiedad furibunda, la– mentan las peñas con ecos confusos: ¿quien os ha tra– tado así, como á facinerosos y reos, privados de todo: sin confesion , sin el dulce viático , sin sepultura , que· dando por pasto á los volátiles y b estias del campo~ la impiedad inhumana, la impiedad cruel, rabiosa, obstinada y frenética, publican los arbustos y todo el valle con suspiros patéticos ¡ pérfida impiedad ! ¿ y son benéficas y justas , tus leyes que tanto pregonas ~ t los que á ti te adoran , son hombres , ó fieras ? ¿ son caribes , ó son espanoles , que son ? yo leo con menos horror la historia de todos los monstruos: ¡burlarse hasta de los mismos difuntos, de sus hermanos difun- ~

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