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~ 25 ~ riHas , 1as piedras y Jas sequedades , las aspereza.s y aflic– .ciones , no la hubieran acrisolado y realzado ; si combatien– do con vosotros la divina gracia , no os hubiera honrado ha– ciéndoos triunfar de los mas fieros enemigos. ¿ Que mayor gloria pues , que mayor honra, que mayor dicha que– ríais concediese Dios á nuestros Misioneros de Guayana. que el asemejados en algun modo con los santos , apósto– Jes y martires del Señor dirigiéndolos por los mismos sen– deros-? ¿Que importa que la tribulacion y la angustia , el hambre y la desnudez , la persecucion y el peligro , el cuchillo por fin como golpe decisivo de su prolongada muerte, los hayan envestido como olas las mas furiosas ª: pruebas son estas , con que ha querido nuestro buen Dios glorificar su Apostolado: por este fuerte y suave medio, los ha colocado en el rango de sus triunfadores y amigos. Si yo no temiera prevenir el juicio de la Iglesia santa , que rendidamente venero , me atreveria por cierto á colocar nuestros héroes en aquel dichoso catálogo de bea– tos , de que nos habla la Escritora santa (29), que pade– cieron persecucion por la justicia : verdaderamente esta virtud tan desconocida en aquellos paises de América, en eHoo residía como en su propio y ve.rdadero trono. Ah! : no mas que por este solo momento quisiera no tener el honor de haber sido su compañero , ni de haber tenido parte en sos evangélicas tareas , solo para desahogarme eoo mas libertad , y explicar ahora cuanto pudiera en ala– banza suya , y que me empacha el decirlo por temor de ser repo lado parte interesada. Pero ••• ¡como caJJa-r ? ¿ no sería e.sto contradecir á la divina providencia ? ¿ Quien sa– be si para este solo fin me ha librado y hecho venir aquí, por en medio de tantos peligros y rodeos? ¿si te- iendo decretado que no Jos acompañase en tan glorifüa lucha , qiliere honrarme á lo menos haciendo yo el me– recido encomio de sus virtudes ? Y que ! : i dejarán por e¡~ to de tener mas verdad mis narraciones ? Si yo callara, hablarían ciertamente por mí aquellos mismos infelices in– dianos , que en medio de su Eriste horfaodad , no cesan de llorar amargalllepte la pérdida de tan buenos padre$, d

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