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~ J 5' ~ Jfn pe.uar OO. mios , os he indicado ya e] plan de mi oracion : veámos pues el horror de ·Ja anarquía ea las tris.– tes escenas de nuestros respetables Misioneros ; y el honor de nuestros mismos Misioneros ea las trágicas escenas dd aoárqui~o furor. PUNTO PRIMERO. ¡Infeliz el hombr~ desde qae desvanecido en la altura de sa primitivo ser, cayó precipitado en el caos de la so– berbia rebelandose contra el Criador! : ofuscada su noble razon desde este momento, alborotadas SUS" pasiooe.s con– tra si mismo, todo él qu.edó inclinado al mal : desconcer– tad a aquella obra admirable que tao primorosa había sa– lido de la mano del Criador, no puede ya con tener po,Í si mismo sus desordenados movimientos; necesita una fu¿r– za superior que le contenga en el propio órdeo y ea l~ esfera de sus deberes. El ignorante necesita del sábio que le instrúya; el débil del fuerte que le defienda; el pobre del rico que le socorra; y todos de un superior que les gobierne: este es el único medio para conservar su un ion• su paz• su fortuna••••. El mismo Ser-Supremo que crió al hombre comprob6 esta verdad en Ja serie de los siglos, eligiendo y confirmando los superiores y príncipes de que nos hablan los libros sagrados: así lo coofirma por sn Apóstol , mandando á toda alma sujetarse rendida á las súblimes potestades ( 1 o). Se ha visto siempre en toda re– publica y sociedad, que destruida la dependencia de S\iS potestades Jegítimas, ha sido luego e1 juguete de )as pa– siones, viniendo á Ja desolacioo y al úhimo de los es• uagós. 2En que habiao pues de pa1'ar nuestros ingratos ame-– ricanos, desde que abandonados á su capricho, se manc<>• munaron contra el ungido del Señor, y conjurados CO!)tra toda autoridad, proyectaron impíos y rebeldes sacudir el suave yugo de nuestro digno Soberano? Claro está SS. que laa voces. J sentimiento¡ de igualdad y libertad ú

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