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85 de los pueblos , duda del resultado de su empresa , y quiere que el dolo supla, lo que podia faltar al valor. Instmye al embaxador Beauharnois se interne con el' prín·· p e Fernando , y le proponga, como efecto del amol!– particular que le profesa, pretend~ enlazarse con h1 ca· sa Buonaparte , pidiendo á Napoleon una sobrina por consorte. El minist ro hace correr esta vor; por toda Es– paña: sus generales la publicaban con placer: los afran– cesados la dieTOIJ ya por hecha, y la España en gnm parte, creyó que se llegaría á realizar. Co-n este nuevo ardid calmaron algun tanto los te– m ores de la E spaña. Las tropas enemigas abanzaban dia– riamente hacia la capital. La subida de Fernando al trono por la voluntaria abdicacion de su padre, debió des– baratar los planes de Napoleon; pero su filosofía su ro di,irnular, fingir , adular. Los generales franceses pro· textaron recoo0cia·n á Fernando VII, y prometieron que su emperador le reconoceri:.i tambien. Nuestro aug•Jsto rei creyó tan solemnes y retiradas promesas : sus con– sejeros y amigos no pudieron sospechar el mayor de los crímenes y las mas inaudita felonía de un emperador: se fiaron de sus palabras: cayeron en el lazo, que su astucia les preparó. · Fernando VII escrib.e á Napoleon por medio de Beau– harnois , pidiéndole la esposa prometida , como el me– dio único de ~onsolidar la paz de las do~ naciones, y asegurarse· en el trono que balauceaba, y al que aca– baba de subir. Sacrifica sus resentimientos contra una fa1mlia, que le babia muerto á su esposa: se resuelve aun á dar la mano á una sobrina de su homicida, pa– ra coruúliar el bien de sus vasallos y la, paz de su na– cion. ¡ Qué virtud tan gn!nde era necesaria para este enlace! Se arguye á Fernando VII de debilidad: se crití– can sus consejeros como faltos de prevision. ¿Quién po– dría antes de desenrollar Napolcon sus planes, señalat el