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84 saba interiormente á la España: él vomitaba á los pue– blos de la circunferencia , y de estos corrían _ á los mas remotos llamas abrasadoras , que esparcían por todas, ·partes el terror. Nuestra corte era la espectacion de toda la Europa: las naciones esperaban con impaciencia nues– tra revolucion. En virtud del tratado de S. Ildefonso principiaron a entrar po r este tiempo los exércitos franceses en E s– paña,, protextando la ocupacion de nuestros puertos, la union de nuestras fue rzas con las suyas, para resistir los rle>embarcos de la Inglaterra, la toma de Portugal, Gi– braltar y costas fronterizas , y para hacer de este mo– do mas activa y eficaz la guerra á los ingleses. Cami– narnn sin oposicion alguna, ántes sí se admitieron con el mayor afocto quarenta mil hombres, que fueron los p rime.-os que se dirigieron h~cia Lisboa al mando de Junot, en seguida ciento y sesenta mil, que penetraron hasta Jo interior de la península. A porn tomaron en sa– na paz á Pamplona, Figueras, Barcelona, y se fortifi- 1:a.n en los mejores puestos. Ilcionaparte nada comunicó de oficio sobre la veni– da de ta.nta tropa. El embaxador nada dice: forja pro-· yectos ridículos para no de,pertar la nacion, publica por todas pa rtes que vienen de paz. Cárlos lV. todo lo igoo1·a. A Godoi babia prometido Buonaparte e! prin– cipado de los Algarves, y este por no manifestar re– :zelos ó timidez en las palabras de un emperador, na– da preguma. El consejo nada sabe. La nacion toda ya– ce en L! mas profunda apatía. Los exércitos de la Fran– cia turbaban, por do quiera qm: iban, al ciudadano pa– cífico. Los magistrados que representaban la autoridad de la nacion, se veían despreciados por el frances aJti..: vo. ¡ Quántos insultos sufrieron, por no excitar su furor! La1 tropelia> de los franceses iban di>pertando po– co á poco al leon de España, que ya principiaba á es– perezarse. .Buo¡¡apute, advertido deJ primer movimiento

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