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8; se efectuase la revolucion, que sus agentes sugerían, ó para que le reclamasen los españoles por su soberano ea1 sana paz. ¡Qué engañado estaba Buonaparte !... Herman, á fuerz~ de dinero que recibia en abun.. dancia de Godoi, garió la amistad de un aya de Ma– ria Antonia Teresa de Nápoles, y principió á destruir de cerca el ya minado trono de los Borbones en Es– paña. Se introduxo en el palacio, falseó las guerras al gabinete· de la princesa,_ con ganzúas abrió sus cofres: leyó sus papeles, le quitó las cartas de sus padres, las dió al embaxador , y este las puso en manos de Buo– naparte por un posta, diciendole. «Por estos papeJe¡; se conocerá el de>afecto de esta princesa hacia V. M." Su vida terminó á poco: un veneno privó á su esposca, de la consorte mas querida. z Pueden darse mayores crí~ menes?... Beurnomville, que por sus baxezas se había ganad<> la confianza de Bllonapart~, por su minisfro de emba– :xador subió en Madrid á ser el fingido mediador entre el valido de Cárlos IV, la familia real, y toda la gran– deza de España humillada y perseguida. Era un ver– dadero protéo: hacia todos papeles: contemporizaba con Godoi, y alhagaba al príncipe: avisaba los zelos del favori– to, é instruía á Fernando se guardase de sus tiros: que– ría ganar la confianza de todos, para con mayor faci..o lidad seducirlos. Terminó la causa del fücorial : y n<> eb>tante, no ser reos muchos g rande.s inculcados en el' supuesto delito, hizo desterrar fuera de la corte y si– tios reales al grande amigo de Fernando VII el Du– que del Infantado, al Señor E scoiquiz, á quantos él pre– viú podiat1 conocer las miras ulte l'iores de la Fran~ cia, y oponerse en lo sucesivo á la realizacion do sus planes. Las provincias se alarman · con tan ilustres desterra• dos, y esperan de un momento á otro una mayor re• volucion. Madrid era, con;i.o el crater 1 el volean, que abra-

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