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4 i Q uién pudiera imaginar que en una Nacion (la Francia) de las mas ilustradas se pudiese ver un trastorno tan horrible ! i. Qué se hallasen en ella tantos indi viduos que á b voz de al– gunos incrédulos se precipitasen á tanto furor y á tal. extremo de iniqu idad l No era dificil conocer que la causa de todo esto era el funesto inlluxo de los modernos solistas. Muchos afias antes ccn la licen– cia de los escritos se habia multiplicado el número de sus secta– r ios: sobre todo, entre la gente de cierta clase que con mas fortu– oo y otra educacion querian vivir al gusto de sus pasiones, y as– piraba n á distingu irse por opiniones atrevidas. En la viveza de mi dolor yo acusaba al gobierno de haber de– xado propagar esta secta impía y é!estructora : me quexaba del cle– ro, que, ó no conoció el peligrff, ó no supo á tiempo tomar mec.\i ... das eficaces para precaverle: me consternaba al ver que la muche– dumbre por ignorancia y por no tener una idea viva y segura de la. verdaa de su religion, la dexaba envilecer. Evangelio en Triunfo : Prólogo. /

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