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(:,6 interrumpirse : ·se reprimió algun tanto nuestra comu nj– cacion : por la paz volvimos como lle vados de una pa– sion, á tratarlos con amor : corrimos alegres á estrechar– JJOs en unos brazos que escondian el puñal, para privar~ 11os de la vida, quando menos lo pudieramcis temer. Una especie de frenesí g<ílico se llegó á apoderar de los cerebros de mucho> españoles, que no respira~ ban mas aire que el venido de los Pirinéos > inspirado primero por los franceses. Sus miasmas , su corrupdon,. su veneno, se mez.cló en la masa de nuestra sal)gre, corrió por nuestras venas y arterias ,. i:nficionáo nue>tr<> corazon, se propagó por la península ~ alteró hasta nues• tra atmúsfera, y dió señales evíd.entes. de urr centagi0; general. T;íctica fra1:1cesa en los exércítos ·, redobfes y mar– chas francesas ~n los regimientos 1 uniformes- fran:ceses en nuestros soldados, citovenes en las demas clases. de hombres y aun de muger;s: el pelo á lo Tito· (mejor diré á lo francés) no por la exrravag.anc:ia & france– sismo de algun particnlar; sino por una fo·rmal orden de nuestra corte: los gorros. de 111 libertad que tan– to horror causaron á la Europa.• ad~rnaron como· por– moda las cabezas de algunas españolas. Los-retratos. de un regicidio se dexaron ver en la.s ante-safas ,. para ha– bituarnos á una escena,. con que alarmS la Francia á to– do el mundo. La cabeza de Luís XVI se colocó en los puños de los bastones que venian. de Francia,, para mo... "ter nuestros ánimos á su imitacion, y sublevarnos- con– tra nuestro reí legitimo. Tales eran fos. ardídes de que· los franceses se valie ron, para familiarizarnos .l sus idea.s, amoldarnos á sus máximas, y hacernos subscribir á >U r.:gmeracio11. Hasta nuestras señoras se Ileg,aron á_ corromper con la inundacion de los franceses, que sobrevino á la paz. Hacían venir do:; veces al mes desde París , (por agra– . dav á los franceses) quantas modas inventaban en ·aquc•

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