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6r pre los impulsos del cornon: éste le tenían ganado eri · parte ; aquellos, rnui. débiles ó ni_ngunos óbices les pu– dieron oponer. A quien nuestra alma ofrece sus res– petos y su amor , jamas el cuerpo se resiste á servir y obsequiar. Las pasiones menos fuertes están siempre en razon inversa de aquella , que por algun incidente J::ia llegado á dominar en toda la _plenitud el corazon , ob– teniendo su primer lugar. Quando esto sucede, todos los citros sentimientos se acallan ; las ideas de patria , de rei , de religion , de virtud , se les hace adormecer ; y mientras mas am.ables eran en un principio, tanto mas grato es el sacrificio q~e de ellas se hace , en las aras del ídolo á quien se pretenden consagrar. Se efectuó la revolucion en París. Nuestra España fué Ja primera que se resintió con explosion de la .Franci;i: El trono de nuestros reyes en el momento se estremeció con vehemencia, presintió su ruipa. El sabio Florida-Blanca previó la indispensable nece>idad de opo– ner unas barreras fuertes que impidiesen la t1:anfusion de unos males que por fuerza se habían de prc;iducir y propagar en toda la península. Trabaj ó infatigable, por reunir una liga general de todas las potencias' del con– tinen.te ,· para destruir las miras subversivas de la Fran– cia contra los tronos y la religion dominante en la ma.– ·yor parte de la Europa. Sus ideas se realizaron; se ce– lebró un congreso general en Verana á este fin, que despues se trasladó á Pilniz: la c.ialícion se efectuó, y · principiamos á combatir. · Es verdad que á la España poco podía agradar una guerra, que nos iba á enemistar con una poten<.:ia ami– ga , que se habia ganado nuestra confianza y nuestro amor, y con quien parecía, estabamos unidos 'por la san– gre de nuestros reyes, por la semejanza de sus .usos y costumbres, y por la casi general galo-manía que por el espacio de un siglo nos babia llegado á dominar. fylas el ze)o de nuesta religion ultraj'!cla y el, resentimirn,

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