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16 y aun los mayores arcano' por el criterio· iínicó · de una razon debilitada por la revelion de las pasiones. Al oír unos misterios superiores á su capacidad no podiá menos de trabajar por penetrarlos , y no hallándolos comprehensibles á la luz natural , de_ que ella era úni·· camente árbitra , fué consiguiente tratase su impugna– cion con pruebas demostrables , si las hallase , ó se va– liese de sofismas para entretener á sus partidarios , man– tenet· su ascendiente en los hombres , y hacer que no se le desert:isen. ' ' · fata política filosófica debió multiplicar sus recursos para soste~~r su inll.u~o , en _razon de los que la religion cristiana poseia ·, y de los que como divina usaba , pa– ra caÚtivar el 1imndo •entero· ·y aun la misma filoso– fia en obsequio de la moral y de la fé" que ella predi– caba. Los sábios de primer órden , los reyes de. la tier– ra, la destruccion de la idolatría , el silencio de los Au– rispices y de sus Dio;es , y la admiracion de todos los hombres foéron los pri'meros triunfos de la religion del Crncificado, A los quarenta y quatro años se había abra– zado su doctrina en multitud de provincias del orbe conocido , y á poco ·Uegó su gloda hasta Jos habitan– tes de los polos-. La sañuda filosofía al ver unos progresos tan rápi- . dos , armada de la brillante egide . de la paz del im– perio Romano , que publicaba iba á turbarse , y de la e spada de la religion gentílica, entonces dominante, que veia ya su exterminio , declaró la guerra mas cruel al establecimiento de la religion de Jesucristo, ·y desafió .en público combate á todos los que la >Ostuviesen. ¡Guer– ra terrible declarada en el primer siglo de la iglesia y sostenida con .calor hasta en el .diez 'Y nueve que contamos! Sostener la _eternidad de la materia : negar la liber– tad hum·ana unas veces , otras ensalzar la naturaleza de st~erte que nada le •ea necesario ; poner dos principio> ·en ¡

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