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d . d . h . 223 E1critores, petio lstag,ama os ermanos tniosen Je- sucristo, á ninguno de vosotros conozco, de nadie he recibido agravio alguno, ninguna pasion ha movido , mi pluma. Protesto delante de Dios y de los hombres , que -no ,he tenido otro fin en mi trabajo , que evitar loJ males, que ha padecido·/a Francia seducida por Ja filosofía , y los malos filósofos. Juzgo qne mi patria está amenazada de estos male>: salvarla de e,re peligro, volviendo por mi '1'eligioo, es lo que me ha movido nada mas. Haced vosotros' lo mismo , ó sabios españoles, respetad la religion ., ve– nerad sus minisrnos, y acordaos que aunque defectuo– sos, son vuestros maestros, vuestros padres, segun el espíritu, que al fin tendreis que mirarlos como vuestros mediadores para con Jesucristo. (J) No haya mas ser~ _ los periodistas que el.predicador, 'que impugn6 e/Dicci0nario, se desdi¡¡ a? Elpiiblico juzgue, y esté sobre av~sopara nq dar; asenso á noticias insertas en los periódic~s, en que se depri- ma algzm eclesiástico. ' · · (1) Por diciembre iíltimo agrabadotie-unaenfermed~'/1~110 de nuestros escritores, llamó á 1111 eclesiástico secular de los m.u .distinguidos en.estepueblo, r;on quien se confesó,y des• pues extgióde él que no se separase de .SJJ cama. No pudiendo verificarse estaJzilo solo, s~ lla,n¡óá un capuchino que asistieu al enfermo las horas quéfaltase el primero. Varias veces r~~ pitióá presencia de sus comfañeros J. eclesiásticos quanto fé pesaba haber escrito los artzculos que habia publicado en un peródico , en lps que conocia injuriaba á los ministros de la iglesia. Lo.r sintamas de la enfermedad no indicaban la pro– xt'midad de su muerte; quando la madre del paciente buena 7 s~na, entran'(ja,_ á subministrar/e 1111)1': poca de agua, cayo semimuerta,·a los umbrales de la afooba: ,en ttn mommto el hijop;incipiÓ·'á ª$01iizar y1a madre tambien: en el e_spac~, de media hora murieron los dos, y ·una hermanas~ accidento,, sin dar señales de ·vida por el tiempo de quatro horas. · A vista de tan terrible espeeláculo, á presencia de tres ca– dáveru, levantados los brazos y ojos al cielo exclamó el confe 4

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