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19 3 d.uon solo~ pa ra d~fender la religiori :' füwnaprrrie da ór~ den, qLte sea n c1,tígados los que se atrevan á iurbar los mi.1ioneros· de la libertad. En la füpafia l1a ido con nías cautela. No se ha atrevido en lo público á perseguir á los obispos: nues-' tros pJstores siguiendo la doctrina de Jesucri>to á sus apóstoles , de que quai1.do fuesen perseguidos en una ciudad, se refugiasw á otra, y guiadó.> por los obi, pos de los pri1Tiitivos siglos, en especial los Atanasio>, Eusebios é Hilarios, s.e han fugado de sus sillas, aband9nado :Sus' palacios, han árrostrado mil peligros de muerte, por tal de no verse comprometidos, á coadyuvar con su mi– nisterio al exterminio de la religion y la cautividad de· m•e,tra patria. Lo que Buonaparte no h:t' hecho en la España con-. tra io> .obispo>, nuestros escritores han empeiado á rea– lizar, de>p'.ies que aquellos han salido al frente (en fuerza: de su ministerio) ;Í impedir los males, que han resul– tado y se pueden originar de tantos .escritos como cir– culan po.r la nacion; no quiero llamar á sus auto– res misio11i;ros di; la libertad. Observ,es~ que antes de ha~· ber representado los Sres. obispos de Catidu'ña y Carta– gcna contra los escritos que salían de esta ciudad no se atrevió e<crifor alguno á censurar á nuestr-0s vene– rable> prelados, ni á dar en que entender al pLteblo, so~ bre si era ó no criminal la ausencia de sus pastores en Ja irrupcion ne los modernos Vándalos, verificada . en nuestra nacían. Todos los escritore.> respetaban los obis– po>. El Semanario ( r ) criticó la pastoral del Sr. Obis– po de Cuenca, y se explicó ( aunque protestando res– p eto) sin aq.ueI decoro que _st; me_rece tan respetable . Sr. D<'spues algun otro .1;1apel trató n? con mucho respeto ( 1) Num. LXVI. Del juei·es I l de julio de 1 8 r 2i

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