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7 de innovarlo todo, se desentienden ta-n biea los sabios re· feridos de estos vínculos de la rel igion, con la facili~ da1 que se eximen de Jos preceptos que les impone el amor de su patria. Unos bienes por aquel órden son pa· ra los filósofos de nuestro siglo delirios de uua imagi– nacion preocupada, vestigios de un cerebro agitado por el fanatismo, ideas quiméricas de Platon. ¿Será posible no hayan llegado á conocer estos sa– bios, que es religion? ¿Hablarán segun los sen timien– to5 de su corazon? No puede ser. Sus principios son pa– tentes á todos los hombres, sus derechos na.die los ig·– nora: ninguno puede dexar de sentir las impresiones de su luz. Los Filósofos niegan la necesidad de su pdtica parn ng verse comprometidos á la admision de unas le– yes que les precisan en toda secta á tributar algun cul– to: publican que todo culto exterior es idolátrico ., ;m– p.erfluo é indiguo de Dios: ó para eludir la fuerza de la verdadera religion, que conocerí ser la de J esu-Chris– to y la que mas tira á refrenar sus pasiones , sostienen con calor que en qualquier secta se puede servir á Dios.., <¡ue la tole randa un iversal de ritos, y adoracion es dic– tada por el E vangelio:... que tod0 culto es g rato al ser s·upremo:..• que el Musulman y el Judio, el Christiano .y el Gentil todos adoran la diviniclad, y en todos se com– place su amor. Esto es igualar á Confocio con Moises iÍ Foy con el Salvador, el Evangelio con el Alcor;ín.' 'Y el Catecismo de nuestra fé con el libro del Talmud'. Lo6 cristianos, (dicen los filósofos con altivéz) "son unos fan~tioos: su religio? ha puesto en guerra á todas las naciones: el evangel10·ha derramado mas sangre que to– nas las sectas juntas: la Iglesia de Jesu-Chrisro se fon– dó por la ignorancia, y la sostiene le superstidon." Luego la. patria y Ja r:ligion nada deben esperar de tales. sabios. A su juicio- los Camilos y Arístides, los Leonidas y Pausanias , los E scipiones y Annibáles de– gradaron la humanidad por el amor qlle cada uno pro-