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1r3 .victoriosos en otra ; prisioneros aquí, ma-tando allí á lo~ que los conducian; mandados por campesinos y por quien jamas había. visto un fusil , ó guiados al combate por sabios capitanes , de puesto en puesto, de .dudad en ciudad, .de provincia en provincia , va ya para cinco años sostenemos la lid mas desigual, la guerra mas san– grienta: ¿podrá darse heroísmo superior? Si vemos arder las ciudades, profanar nuestros tem~ plos, mutilar las imágenes , pisar á nuestro Dios ea las sagradas formas , saquear nuestras · casas , tafar los campos , y correr á arroyos la sangre ·d~ nuestros ami– gos ' Y parientes ; de nuestros padres y hermanos , de .las e~posas é hijos , no desistimos de . la lid., an– tes bien se aumenta mas nue~tro furor. Si se. nos quie– re probar á costa dd sacrificio de nue~tro mas tierno .;umir, nuestra fidelidad ha repetido lo que ~upo p\ro español hacer : "tomad la espada y cortad 111 cabeza á nuestros hijos, que no>otros los sabremos vengar." · Sobre montones de cadáveres formamos n uestras trin~ ,cheras, estamos resuelros ínterin haya un frances que profane nuestro suelo con su presencia á no dexar de .pelear. Grecia no defendió con mayores sacrificio,; su libertad. Cartago no puede compararse con nuestras Za– ragozas y Gerunas. Las Saguntos lj Numancias son las ·que únicamente muestran unos modelos exactos de nuestros esfuerzo>, de nuestro valor, y de nuestra constancia: . z puede darse mayor heroicidad? ¿No es esto exced er nuestras propias fuerzas? Las naciones toda> dd mued9 lo contemplan así: las de Europa. en especial no dexau de. miramos con envidia· , con respeto. El nombre español resuena en todos los ángulos de la tierra. En Constantinopla y Petesburg , en Inglaterra y Alemania, . hasta en el mismo París , en viendo á un español, to~ dos le siguen con admiracion. zDiria algun sabio de la Europa antes de nuestr.a. heroica re_volucion, que este debia ser el resultado de I 5_

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