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necesidades más perentorias de la casa, que a otros las enfermedades oe la mujer y de los hijos no les dejan l-evantar cabeza y que a no pocos se les despide de las empre– sas por el delito de tener familia numerosa. Y con estas preocupaci<r nes, ¿qué tien-e de extraño que se abandone la práctica de la religión ? Por algo eJ sabio Salomón pedía al Señor que 1-e librara ae la excesi- Consecuente con su lema: pri· mero pan, después catecismo, el Padre practica las obras de mi· sericordla, dando de comer al hambriento y vistiendo al des• nudo. Su despacho tiene más de almacén o de Arca de Noé que de otra cosa. De él niños y an· cianos salen socorridos va riqueza y de la extremada pobre– t-a, porque una y otra alejan de Dios. Otra de las causas de la descris– tianización de los suburbios provie– ne de la escasez de templos y sacer– dotes. Madrid crece a un ritmo acelera- do. Los templos existentes no bas– tan para atender a las necesidades de los fieles de la población. Esta se extienae de manera prodigiosa por la periferia, ocupando docenas de kilómetros. En algunas zonas se han preocupado las empresas y el Estado por reservar espacios para la construcción de escuelas y tem– plos, pero no en las más. Hubo ha– riadas de varios miles de alm_as en donde no había ni una sola iglesia parroquial. Para curnplir sus debe– res religiosos en la casa de Dios re– nían que desplazarse varios kilóme– tros, y esto por caminos fangosos e intransitables. A la escasez de templos se agre– ga la escasez de sacerdotes consa- 7

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