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guió del ~linisterio de Educación y Ciencia que nombrara maestro y maestra para la escuela creada. Pronto el barrio de las Cuevas de .\lanzanares se puso de moda ; jóvenes de uno y otro sexo, de Ma– drid, en caravanas de autocares, visitaban las cuevas, si bien con toda su buena intención, dejaban a veces a lgo q ue desear en su coni.luc– ta rr¡oral. Para remedia r en pa rte la situación material y económica, cm– prendimos una campaña semanal por Radio España interesando a los radio-oyentes madrileños por el suburbio más suburbio de la capital. El resultado fue excelente ; los do– nativos en metálico, víYeres y ropas llovlan sin cesar, y gracias a ellos pudieron remediarse no pocas nece– sidades. r\umerosos niños, fahos de alimentación y de ambiente sano, pud ieron disfrutar du rante los me– ses de verano de ambas cosas en nuestras colonias veraniegas y en el H ogar Tnfantil de la Ciudad Lineal. ¡Con cuánta emoción recuerdo aquellas noches de invierno pasadas en una ele aquellas cuevas... ! Jamás las tuve más felices. Y eso que hube de pasar algunas noches negras.... corno fue aquella cuando, a cau&'\ de haber perdiao la llave de entrada a mi cueva, donde dormla, tuve q ue pasarla fuera ¡sólo Dios sabe cómo ! Como complemento de cuanto an– tecede me complazco en copiar par– te del sil!uiente art:culo, publicado en el periódico Ya el 20 de diciem– bre de 1958. Se intitula : "Una 'Visi– ta tt los $"b"Tbios de .lladTid" : "Colonia de la Inmaculada, junto 56 a Villaverae Bajo, en la ribera del Manzanares. El coche sabe el cami– no. Una pésima senda de carros que nos hace parar varias veces y en los llanos nos permite velocidad máxima ele 20 kilómetros. Nos ab ren la puerta del coche un par de niños limpios y rnuy educa– dos. E n segu ida el prirner pro– blema : - Padre, me echa n de la casa. ¡Puedo hacer un agujero en la parte del monte! Quiero que sea cercól de l<1 capilla. E l niño está malo y no quiero que por la distancia se ponga peor y pierda la escuela. Entramos en el único edificio: capilla-escuela, que sobre estrellado fondo preside la l nmacul<lda. El Padre habla mientras su compañe– ro celebra . Los p upitres se han con– vertido en reclina torio-bancos. Con– tamos 70 niños y más de una doce– na de adu ltos. Al salir rodean al frai le y a las rnonjas. Yo pregu n– to, y unos pequeños me clan toda clase de detalles de sus casas y de sus vidas. Quieren y hacen elogios del Paare. Hablan atropelladamen– te, con alegría, con esa gracia in– fantil inimitable. El Padre de Las i\l ur1ecas nos cuenta al regreso que va a hablar al lVIinistro de la V ivienda para tras– ladar a estas famil ias a p isos del Plan Nacional. " Y, efecth·amente, el Padre habló al Ministro, y consiguió que todas las familias que vivían en esas cue– vas fueran inclu idas en el Plan l'\a– cional de la Vi,·ienda y que fueran sacadas de estos infectos lugares

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