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- 50 - obc•dccer antes á Dios q ne á Jos hombres, Y en tal caso obran ellos bumanam~nte y no como á delega– dos di''inos, y haciéndolo así, les ahorro para el día de la cuenta la cnlp,able responsabilidad que con– trajeran, frustando Jos designios de Dios sobre mí. Pero María y José perdieron á Jesús no por culpa suya, sólo por prueba, dolorosa por cierto. que les mandó Dios, precisamente por– que les amaba. Por esto después do tres días de inexplicable des– consuelo, inspiróles buscarle en el Templo, donde le hallaron en medio de los Doctores admirados de sus preguntas y respne tas llenas de sabiduría toda celestial. Mas yo, ¿no he perdiclo alguna vez <l Jesús por culpa mía? Cierto, por desgracia, cuando he pecado mortalmente. Perdiendo á Jesús, he perdido á Dios, ¡lo be perdido todo! ¡Qué loclU'a! ¡qué horrible desgra– cia! Y entonces. ¿he vuelto á bus– carle con remordimiento de cora-
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